miércoles, 18 de mayo de 2011

Los “suspensos”

Decía Milani que cuando los chicos suspenden es la escuela la que suspende. Es la sociedad. Es la familia. Y los chicos que forman parte de ellas. Y “pagan” todos: los chicos, la familia, la escuela. ¿Y quién se beneficia? El sistema sobre todo. También se benefician las clases altas, que para eso llevan las riendas del sistema. Se benefician en sus carteras; lo cierto es que también “pagan”, aunque de otra manera: su espíritu se hace mezquino y su vida gris.

Ahora les hemos preguntado a ellos, a los chicos. Nada peor –decía Ortega- que no saber qué nos pasa, y eso es lo que nos pasa. Con la solidaridad de su reflexión, de ese sufrimiento que llevan encima aunque le pongan caretas... hemos elaborado este decálogo. En ellos están estas ideas, aunque le hemos dado forma nosotros, y así hemos querido pagar nuestra cuota porque en sus suspensos no nos sentimos inocentes sino responsables.

¿POR QUÉ SUSPENDEMOS?
1. Porque no escuchamos. Para aprobar hay que saber escuchar. Al profesor, al amigo, a la familia… El alboroto en la casa, en las reuniones etc... ¡son semillas de suspenso! ¡NO AL ALBOROTO!
2. Porque queremos. Para aprobar hacen falta razones, motivación, ganas de aprender. Arrastrar tristemente la existencia, no tener proyectos de vida solidaria para el futuro ¡son semillas de suspenso! ¡NO A LA DESGANA!
3. Por inexperiencia. Para aprobar hay que tener experiencia de que las cosas valen, de que hay cosas importantes que sirven y no apetecen. No experimentar lo útiles que son los pequeños aprendizajes de cada edad, no experimentar la alegría del aprendizaje, de resolver los problemas que nos depara la vida... ¡son semillas de suspenso! ¡NO A LA SUPERFICIALIDAD!
4. Pereza. Para aprobar, para vivir es necesario el esfuerzo. Y la alegría en el esfuerzo, como el deportista, como lo exige cualquier vida verdadera. Envidiar la vida muelle, imaginar que es posible la vida facilona y gris... ¡son semillas de suspenso! ¡NO A LA PEREZA!
5. Por el desorden. Para aprobar hay que tener orden en la mesa, en la casa, en el cuarto de baño, en el armario, en la carpeta…. En la cabeza. En el corazón. Estar de acá para allá mendigando la última diversión, dando la espalda a la alegría y ahogando el aburrimiento en el último entretenimiento... ¡son semillas de suspenso! ¡NO AL DESORDEN!
6. Por desorganización del tiempo. También hay que organizar el tiempo. No vivir más que para este minuto de ahora, no planificar que quiero hacer este año, este mes, esta etapa de mi vida. No sacar tiempo para el deporte, para el arte, para las tareas sencillas de limpieza... ¡son semillas de suspenso! ¡NO A PERDER EL TIEMPO!
7. Por pasividad. Para aprobar hay que protagonizar la propia vida. Es necesario poner la cabeza y el corazón en lo que hacemos. No aprovechar y colaborar en el tiempo que estamos en clase... ¡son semillas de suspenso! ¡NO A LA DEJADEZ!
8. Por dispersión. Para aprobar es necesario centrarse. Ser capaz de poner atención. Estar esperando distraído que pase cualquier cosa, no ser capaz de hacer nada que exija centrar la atención... ¡son semillas de suspenso! ¡NO A LA DISPERSIÓN!
9. Por individualismo. Para aprobar es necesario colaborar. No pensar en los otros, eludir formas comunitarias de estudio en que todos nos ayudamos a todos gratuitamente... ¡son semillas de suspenso! ¡NO AL INDIVIDUALISMO!
10. Por una religiosidad alienante. Para aprobar es necesario un sentido verdadero de la trascendencia. Una religión que sirviera mágicamente para compensar mi vaguería... ¡son semillas de suspenso! ¡NO A LA MAGIA!

Autor: Eugenio Rodriguez

viernes, 6 de mayo de 2011

Arriesgarse

¿No será que aquello a lo que llamamos arriesgarnos es, en el fondo, nuestra felicidad temida? Reírse es arriesgarse a parecer tonto. Llorar es arriesgarse a parecer sentimental. Alargar el brazo para coger a otro es arriesgarse a implicarse. Mostrar lo sentimiento propios es arriesgarse a mostrase uno mismo. Exponer tus ideas o sueños ante una multitud es arriesgarte a perderlos. Amar es arriesgarse a no ser correspondido. Vivir es arriesgarse a morir. Tener esperanzar es arriesgarse a perderlas. Pero se tiene que correr riesgos. Porque el mayor peligro en la vida es no arriesgar nada. Si no haces nada, si no arriesgas nada, tu existencia se oscurece. Es probable que de este modo evites sufrimientos, pero no vas a aprender, a sentir, a cambiar, a amar ni a vivir. Encadenado a una actitud de miedo, uno se convierte en esclavo… y pierde su libertad. Solo eres libre si te arriesgas.

Autor: Laura García Fuentes